La toma de riesgo adolescente.
Antes de entra en el tema que nos ocupa, debemos repasar conceptualmente
ciertos términos que frecuentemente percibimos en los adolescentes. Riesgo
significa exposición a situaciones que pueden provocar un daño físico,
psíquico o espiritual al individuo o a un grupo; Situación de Riesgo es
cuando la exposición al daño trasciende lo individual para proyectarse a lo
social (el caso típico de conducir alcoholizado). Vulnerabilidad es un
estado de debilidad (adquirida o heredada) de tener mayor posibilidad de ser
dañado.
Por último, y como trascendente, existe un modo particular del adolescente
de resolver sus tensiones con el mundo adulto, y es utilizando como Patrones
de Conducta la Toma de Riesgo, poniendo en juego su propia salud y, en casos
extremos, atentar contra la propia vida. Es el modelo hedonístico propio de
la cultura adolescente actual, en el que el adolescente juega con los
límites, siempre en situación “border”. En general, podríamos considerar el
motivo de la búsqueda de estas sensaciones como un desafío a lo que
manifiesta nuestra sociedad adulta por un lado, y ante ellos mismos como
aceptación del grupo de sus pares por el otro.
¿Cómo y cuando los adolescentes ejercitan la “Toma de Riesgo”?
En general lo practican fin de semana, en vacaciones o al salir de una
fiesta.
Seleccionamos algunas de esas prácticas que consideramos como importantes
para la salud de esos adolescentes, interesándonos por: como accionaban y
como percibían el riesgo. Esto lo logramos a través de un trabajo de
investigación cuantitativo entre adolescentes escolarizados entre 14 y 17
años, tanto de colegios privados como así también de públicos de la ciudad
de Río Cuarto:
Toma de Riesgo por:
-corridas de picadas urbanas
-no usar casco protector con la moto
-practicar deportes o actividades de riesgo (el vale todo, la ruleta rusa,
pasar semáforos en rojo, auto-flagelarse, auto-incendiarse, etc.)
-consumo de drogas y alcohol
-la sexualidad irresponsable
-las conductas violentas
-la adicción a Internet
Aquí entran en juego una característica típica de esta etapa: la
impulsividad y la omnipotencia. Y esto provoca en algunos adolescentes una
alta percepción de la recompensa con una baja percepción del riesgo para
lograrla.
Nos preguntamos: ¿Porqué muchas veces no se condicen pensamiento y acción?,
frecuentemente aparecen disociados ambas instancias psíquicas, y no se
evidencia el auto cuidado de la salud de los adolescentes, que es hacia
dónde se tiende con diversas acciones oficiales de promoción y prevención).
Es que entre el pensamiento y la acción está toda la educación. Pero ocurre
que durante la adolescencia predomina el actuar sobre el pensar,
omnipotencia y descarga de los impulsos, hasta que se adquieren
paulatinamente nuevas capacidades intelectuales que permiten el autocontrol
y la modulación de éstos a través del aprendizaje y experiencia de vida.
Muchos adolescentes, que presentan un Yo débil para hacer frente a los
obstáculos y exigencias cotidianas de la sociedad, acuden a fuerzas externas
para resolver ilusoriamente sus dificultades, sin apelar a recursos internos
y otros modos de afrontamiento, evaden sus problemáticas, entre otros
medios, con sustancias psicoactivas o abusando de la conexión en Internet.
“El niño y el adolescente revelan con sus conductas, un modelo social roto y
otro sin hacer”
DR EDUARDO MEDINA BISIACH
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