La Iglesia reclamó otro estilo de liderazgo
El Episcopado hizo cuestionamientos elípticos al estilo de gobernar de los
Kirchner y pidió diálogo sincero y abiertoBuenos Aires. La Iglesia exigió
anteponer el diálogo al "afán de dominio" y el bien común por sobre los
"intereses particulares", para lograr que la erradicación de la pobreza y el
desarrollo integral de "todos" los argentinos sean "prioridad nacional". En
este contexto, los obispos pidieron un diálogo "sincero, respetuoso y
abierto".
Los obispos también demandaron un "nuevo estilo de liderazgo" político y
social que "supere la omnipotencia del poder y no se conforme con la gestión
de las urgencias", y exhortaron a procurar "consensos fundamentales" que
permitan establecer políticas públicas, que trasciendan los gobiernos y
propicien "un desarrollo federal, sano y armónico" en el país.
El documento conlleva una solapada crítica al estilo de gestión del
matrimonio presidencial, pese a que el obispo Jorge Casaretto, titular de la
Comisión Episcopal de Pastoral Social, aclaró en rueda de prensa que
constituye "una invitación a todos, sin juicios de valor contra nadie".
Sin embargo, otro obispo sugirió que "hay que leerlo detenidamente y con
atención, porque hay puntos que les caben más a unos que a otros".
En el texto, la Iglesia alertó sobre "inéditas formas de pobreza y
exclusión", lamentó que "no se haya podido erradicar el histórico clima de
corrupción" y cuestionó "el mal del clientelismo político, alimentado por la
distribución de subsidios que no siempre llegan a los que menos tienen".
Casaretto subrayó, sin embargo, que el eje es "la necesidad de un proyecto
de país" e hizo hincapié en la urgencia de un diálogo "sincero, respetuoso y
abierto", a fin de buscar consensos que se transformen en políticas públicas
para llegar al Bicentenario patrio con "una Argentina sin excluidos".
"No es un programa de la Iglesia, sino pautas, líneas, metas, que deberían
estar incluidas en un proyecto de país. Las ofrecemos como un despertador o
instrumento de trabajo", precisó.
No obstante, el prelado descartó de momento que la nueva cúpula del
Episcopado, encabezada por el cardenal Jorge Bergoglio, lleve el documento a
la presidenta Cristina Fernández o a otros representantes de los poderes de
la Nación.
Los obispos sostuvieron en el documento: "Nunca llegaremos a la capacidad de
dialogar sin una sincera reconciliación". Por eso, consideraron que "hay que
sumar en lugar de restar, importa cicatrizar las heridas, evitar las
concepciones que nos dividen entre puros e impuros y no alentar nuevas
exasperaciones y polarizaciones para no desviarnos del gran objetivo que es
contribuir a erradicar la pobreza y la exclusión social".
El texto lleva como título "Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad"
y fue redactado por los obispos Jorge Casaretto, Guillermo Rodríguez
Melgarejo, Sergio Fenoy y Enrique Eguía Seguí.
En sus 12 carillas, aseguraron que aún "no se ha logrado reducir
sustancialmente el grado de la inequidad social", y reiteraron el anhelo de
la Iglesia de "poder celebrar un Bicentenario con justicia e inclusión
social".
"Es, primariamente, un problema moral que nos afecta en nuestra dignidad más
esencial y requiere que nos decidamos a un mayor compromiso ciudadano. Pero
sólo habrá logros estables por el camino del diálogo y del consenso a favor
del bien común si tenemos particularmente en cuenta a nuestros hermanos más
pobres y excluidos", aseveraron los obispos.
Tras marcar "nuevas angustias que desafían", como el hecho de que "los
excluidos no son solamente explotados, sino que han llegado a ser sobrantes
y desechables", enumeraron una serie de metas por alcanzar.
Entre otras, la Iglesia pone el acento en la necesidad de "recuperar el
respeto por la vida y la familia".
Frases
"No se ha podido erradicar un histórico clima de corrupción. Tampoco el mal
del clientelismo, alimentado por la distribución de subsidios que no siempre
llegan a quienes menos tienen".
"La situación nos demuestra que el desarrollo no se limita al simple
crecimiento. Reconocemos una reducción de los niveles de pobreza. Pero
también es verdad que no se ha logrado reducir sustancialmente la
inequidad".
"Cuando se celebró el Primer Centenario, nuestra Nación aparecía en el
concierto de los pueblos como una tierra promisoria y acogedora. Hoy, en
vísperas del Bicentenario, la realidad y el ánimo no son iguales".
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